14 septiembre 2017

Esto ya no es una experiencia, Luis Muñoz

A José Luis Piquero

 Conducía un tres puertas azul de doce años
que heredó de su padre y que ya renqueaba.
Con él cruzaba el puente después de medianoche
como una mecha ardiendo suspendida en el río.

Llegaba así a este lado de la ciudad encendida,
se acodaba en la esquina de un local atestado
y dejaba en sus ojos vagar su transparencia
como vagan dormidas las formas de un acuario.

El tirón de la carne era dulce y violento,
sólo a él respondía de manera feliz
y tornaba la vida animal y jugosa.
El resto era roer
las sobras de un banquete.

Se llamaba David, según me dijo,
sólo andaba detrás de lo que era posible
y ayudaba a su madre en un taller de ropa. 
Luis Muñoz
España
Granada, 1966

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