Dadme un espeso
corazón de barro,
dadme unos ojos de
diamante enjuto,
boca de amianto,
congeladas venas,
duras espaldas que
acaricie el aire.
Quiero dormir a
gusto cada noche.
Quiero cantar a
estilo de jilguero.
Quiero vivir y
amar sin que me pese
ese saber y oír y
darme cuenta;
este mirar a
diario de hito en hito
todo el revés
atroz de la medalla.
Quiero reír al sol
sin que me asombre
que este existir
de balde, sobreviva,
con tanta muerte
suelta por las calles.
Quiero cruzar
alegre entre la gente
sin que me cause
miedo la mirada
de los que labran
tierra golpe a golpe,
de los que roen
tiempo palmo a palmo,
de los que llenan
pozos gota a gota.
Porque es lo
cierto que me da vergüenza,
que se me para el
pulso y la sonrisa
cuando contemplo
el rostro y el vestido
de tantos hombres
con el miedo al hombro,
de tantos hombres
con el hambre a cuestas,
de tantas frentes
con la piel quemada
por la escondida
rabia de la sangre.
Porque es lo
cierto que me asusta verme
las manos limpias
persiguiendo a tontas
mis mariposas de
papel o versos.
Porque es lo
cierto que empecé cantando
para poner a salvo
mis juguetes,
pero ahora estoy
aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y
pido a los que pasan
que me perdonen
pronto tantas cosas.
Que me perdonen
esta miel tan dulce
sobre los labios,
y el silencio noble
de mis almohadas,
y mi Dios tan fácil
y este llorar con
arte y preceptiva
penas de quita y
pon prefabricadas.
Que me perdonen
todos este lujo,
este tremendo lujo
de ir hallando
tanta belleza en
tierra, mar y cielo,
tanta belleza
devorada a solas,
tanta belleza
cruel, tanta belleza.
España
Bilbao, 30 de
octubre de 1902
Madrid, 2 de abril
de 1984
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