Sólo la ficción
merece ser amada
no conoce respuesta
lo profundo
del corazón. Sólo el sueño
que las mismas células dibujan
puede dar cuenta
del intocado amor.
Llegar a ser el otro que uno alberga
invisible a los ojos
ajenos
y a los propios, ese enigma
–realidad irreal–
depositado por el aire
en la piel.
Y que venga la muerte
la mar que nos espera,
y desvele su nombre
reflejado en el agua:
Dulcinea.
Clara Janés
España
Barcelona, 6 de noviembre de 1940
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