Miro tu rubio cabello,
Julieta pequeña, ramo
nacido de este cuerpo de sal y oscuro fuego.
Miro las tibias aletas de tu nariz
tu boca
entreabierta en el sueño
tus manos que parecen acariciar un pájaro
Cuánta lágrima sola, cuánto sueño
sin devanar aguarda
alojarse en el nido celeste de tu cuerpo.
Cuánta pasión alumbrará tus venas
qué boca dará aliento a esa boca que tiembla
cuáles serán los ojos que en los tuyos
se pierdan por buscarte
dónde estará la mano que tu mano
proteja para siempre, dónde tu noche, dónde
el desgarrado florecer del hijo
dónde la soledad, la última página que escribas
cuando yo esté muy lejos de ti
pequeña nube de amor que ahora duermes
con tu rubio cabello derramado
sobre la almohada.
Graciela Maturo
Argentina
Santa Fe, 15 de agosto de 1928
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