Oh!
ceremonia de los dedos
oh!
lavado de la ropa.
Allí
el jabón verde, puño de aceite espeso
sobre
el mármol.
Allí
el audaz añil, casi una violación en las aguas
territoriales
del blanco.
Donde
la
espalda se evapora
¡en
qué paisajes!
La
lejía y los humos negros de la caldera.
Los
acueductos parten de mi columna vertebral.
Anochece
en el pote de dulce.
Nubes,
nubes de puchero, traen el invierno a la cocina.
¿Qué
ofrecí entonces? Una decoración,
por
un momento me retiro. Y cambia la marea del mosaico.
La
otra cara.
En
el canasto, berenjenas frescas
viudas
nuevas
cortan
el luto con algo de color violeta.
Me
incita
Un
plato de naranjas humeantes.
Sin
embargo
Las
escamas del pescado en la pileta de los platos,
lo
transitorio.
Mis párpados se cierran hacia lo vano.
Alzo
a contraluz los vasos de cristal,
¿están
limpios?
Pedazos
de diamante arrojan a mi rostro,
Sombrío
Que
se desliza como un riachuelo.
Las
lilas, las Lilas de un mercado de barrio
Me
proyectan hasta el Paraíso.
Salva
mis estremecimientos, cordera de vapores.
Grecia
Atenas, 1945
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