y
en condición de eterno pordiosero,
aquí
me tienes, Dios. Soy Blas de Otero,
que
algunos llaman el mendigo ingrato.
Grima
me da vivir, pasar el rato,
tanto
valdría hacerme prisionero
de
un sueño. Sí es que vivo porque muero,
¿a
qué viene ser hombre o garabato?
Escucha
cómo estoy, Dios de las ruinas.
Hecho
un cristo, gritando en el vacío,
arrancando,
con rabia, las espinas.
¡Piedad
para este hombre abierto en frío!
¡Retira,
oh Tú, tus manos asembrinas!
1 comentario:
Un clamor el poema de Blas Otero, o la incertidumbre de llegar a creer en la existencia divina suma, ante las adversidades. La poesía de OTero social y testimonial. Un abrazo. carlos
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