A
Musia Sackhaina
En
el infierno había un violoncello
entre
el café y el humo de pitillos
y
cien aulas con libros amarillos
y
nieve y sangre y barro por el suelo.
Pero
tú, resguardada por el velo
de
tus cristales de lucientes brillos,
pasabas,
seria y pura, en los sencillos
compases
de tu fe y de tu consuelo.
Algunas
veces fuimos, de la mano,
por
las venas del bosque y la corneja
cantó
melancolía en nuestras almas,
si
nos separa el Abrego inhumano,
no
llores mi amistad hoy que se aleja,
entrega
al viento el talle de tus palmas.
Rosa
Chacel
España
Valladolid,
3 de junio de 1898
Madrid,
7 de agosto de 1994
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