Shakespeare
creó el mundo en siete días.
En
el primero hizo el cielo, los montes, los abismos
Del
alma.
En
el segundo hizo los ríos, los mares, los océanos
Y
demás sentimientos,
Y
se los entregó a Hamlet, Julio César , Cleopatra y Ofelia,
A
Otelo y otros,
Para
que se enseñorearan en ellos con sus sucesores
Por
los siglos de los siglos.
El
tercer día reunió a todos los hombres
Y
les enseñó los gustos:
El
gusto de la felicidad, el gusto del amor, el gusto
De
la desesperación,
El
gusto de los celos, el gusto de la gloria.
Entonces
fue que llegaron unos individuos que se habían retrasado.
El
Creador les acarició, compasivo, la cabeza,
Y
les dijo que no les quedaba sino hacerse
Críticos
literarios
Y
negar su obra.
El
cuarto y el quinto día los reservó a la risa.
Liberó
a los payasos
Para
que hicieran sus cabriolas
Y
dejó a reyes, emperadores
Y
otros infelices divirtiéndose.
El
sexto día solucionó unos problemas administrativos:
Desencadenó
una tormenta,
Enseñó
al rey Lear
Cómo
llevar su corona de paja.
Habían
quedado algunos desechos del génesis
Y
creó a Ricardo III.
El
séptimo día echó una mirada para ver si le quedaba algo por hacer.
Los
directores de teatro ya habían llenado la tierra con carteles,
Y
Shakespeare consideró que después de tanto esfuerzo
Valía
la pena ver también él un espectáculo.
Pero
antes de esto, sintiéndose sumamente agotado,
Se
fue a morir un poco.
Rumania
Bulzești , 29 de febrero de 1936
Bucarest,
8 de diciembre de 1996
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