11 noviembre 2017

Venus y Adonis, Juan Gustavo Cobo Borda

Los brazos de Venus
acogen la muerte
ya próxima
y retienen el aliento
como el amor, en su cima,
contiene la respiración
y así dilata
la magnificencia del goce.
La suavidad de esa espalda
ofrecida sin atenuantes
torna bendita la carne.
Los ángeles duermen
para disimular sus ansias
y los perros alargan el horizonte
en pos de la presa marcada.
El propio Adonis
se aleja ya
del cuerpo de Venus
impregnado aún
con su posesividad enajenada.
Ante el destino que todo lo sabe
Venus percibe, en la boca del estómago,
ese vacío que es todo amor
en su fuga impiadosa.
Entre los cipreses
un aire dulce
besa
la cruel escena
que todos los días se repite
en todas partes.
Ese aire
es el único consuelo
que brinda el arte.
Juan Gustavo Cobo Borda
Colombia
Bogotá, 1948

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