La noche no
logra terminar,
malhumorada
permanece,
adormeciendo a
los gatos y a las hojas.
Estar
aprisionada entre dos globos de luces
y mantener, como
una cabellera
que se esparce
infinitamente,
el oscuro capote
de su misterio.
La noche nos
agarra un pie,
nos clava en un
árbol,
cuando abrimos
los ojos
ya no podemos
ver al gato dormido.
El gato está
escarbando la tierra,
ha fabricado un
agujero húmedo.
Lo acariciamos
con rapidez
pero ha tenido
tiempo para tapar
el agujero. Hace
trampa
y esconde de
nuevo a la noche.
José Lezama Lima
Cuba
La Habana, 19 de
diciembre de 1910/
La Habana, 9 de
agosto de 1976
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