Finalmente
aprendí
a
leer la viva
constelación
de las mujeres
y
de los hombres, las líneas
destinadas
a unirles las figuras.
Y
ahora me doy cuenta de los signos
que
amarran el desorden de los cielos,
y
en esta bóveda dibujada por el pensamiento
distingo
la silenciosa rotación de la luz.
Esta
es mi nocturna
partida
de ajedrez.
Pero
juego solo y apunto con minucia
la
oscilación de los signos.
Así
se cierra el día
mientras
paseo
en
el silencioso huerto de las miradas.
Valerio
Magrelli
Italia
Roma,
10 de enero de 1957
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