¿Vive alguien
con un escueto salario?
¿Con qué
frecuencia?
Cada que con
tanta frecuencia todos abandonan.
¿Influyen sus
sueños en los ausentes?
Claro. Lo
piensan bien de nuevo
y acaso todos se
arrepienten definitivamente.
¿Es libre la
entrada?
No totalmente.
Le pido al sueño su permiso
antes de tener
esperanza. En general me lo da
con algunas
severas indicaciones.
Que crea sin
tocar
que para nada
hable al humo
porque es
sonámbulo y se caerá
que sólo con la
mirada deje
en la percha mi
demanda
que acepte todo
lo que me da
aunque no tenga
ninguna semejanza
con lo que
dibuja mi llamado
–la volverá a
encontrar apenas se pierda de nuevo.
Sólo una cosa no
me da el sueño.
El límite. Hasta
peligro.
Porque entonces
ya no sería sueño.
Sería vejez.
Kikí Dimulá
Grecia
Atenas, 6 de
junio de 1931
No hay comentarios:
Publicar un comentario