No tenemos sino
este planeta
hermoso y
triste.
No tenemos sino
esta única vida
hermosa y
triste.
No tenemos sino
este corazón
que recorre un
fantasma a veces transparente,
otras veces
siniestro. Y esta punzada de la música.
Y este sorbo de
vino soñador.
No tenemos sino
este pan terrestre,
infernal o
celeste de amar y de esperar
o morir…
Yo no tenía sino
una campana
que llama y
llama ahora para nadie
y la llave que
abría aquella hermosa puerta
que ya no
existe.
No tenemos sino
eso: es decir nada.
Mejor dicho: no
tengo nada. Y punto.
Si tocas las
palabras anteriores
te quedará la
mano ensangrentada.
Eduardo Carranza
Colombia
Villavicencio,
23 de julio de 1913
Bogotá, 13 de febrero
de 1985
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