Nos tendimos de
espaldas en la hierba: tú y yo.
El aire derretido
cual cera bajo el ardor del sol
corría como un río
sobre los rastrojos.
Un silencio
abrumador imperaba en la tierra
y una pregunta cayó
en mi alma
hasta el fondo.
¿Nada tenía que
decirme
la tierra? Toda esta
tierra,
de anchura
despiadada y cruelmente muda,
¿nada?
Para escuchar mejor
pegué
mi oído a los
campos, vacilante y sumiso
y por debajo de la
tierra escuché
el latir bullicioso
de tu corazón.
La tierra respondía.
Lucian Blaga
Rumania
Lancrăm, 9 de
mayo de 1895
Lancrăm, 6
de mayo de 1961
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