Querido querido,
has hecho de mí un
animal avaro,
una pequeña furia
insatisfecha, y
es mi vergüenza
esta caída, es
mi grito de piedad
por tí y mi
oración para que el hambre
me abandone y
otra vez sea yo la
dueña de mis
bienes, la portante de
la cesta cargada
que reparte con sus
manos lluvia
de oros, la
feliz.
Has hecho de la
diosa un mercader,
de la libre una
esclava, me has
envilecido el
primer día que te dí
menos de mi
deseo.
¡Oh! qué niño
astuto has sido para
alejarme así de
la alegría de dar o bien,
qué pobre niño
habrá de siempre en tí,
desaprendido de
las caricias y los dones,
crecido en la
soberbia de ser su propio
y único regalo.
Liliana Lukin
Argentina
Buenos Aires, 18
de diciembre de 1951
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