Si la vieras:
tiene tu voz de
páramo,
idéntica
simiente gris
en la mirada,
el mismo gesto
herido
de gacela.
Muchos más
pájaros, menos pozos
que yo.
más relámpagos,
menos niebla,
más infancia en
las manos.
Si la vieras,
madre,
rozar con su
piel el jazz
de los
pronombres,
florecer vivaz
en lechos
de agua,
mordisquear un
pan de olvidos
palpando a
tientas el belfo
amarillo
de la muerte,
besándolo sin piedad,
domesticando el
grito...
una hilera
de rebelde
tristeza;
corpúsculos de
huidizos ayeres;
grisazul
infinito
enredado en el
ramal de la sangre,
sal de ausencias
que se tornan
memoria
al mirarme.
Rosa Marzal
España
Huesca, 1965
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