En el desfiladero de la historia el hijo luchaba
incansablemente
y la madre sostenía las montañas para que su hijo se
mantuviera firme.
Bronce, nieve, nube. Y resonaba el Pindo
como si Dionisos estuviera de fiesta. Los torrentes
arrastraban canciones y los abetos saltaban y bailaban
las piedras. Y todo clamaba:
"¡Adelante, hijos de los griegos...!"
Las almas se cruzaban en el horizonte como espadas
resplandecientes,
los ríos retrocedían, se desplazaban las tumbas.
Y las madres subían como Vírgenes por los afilados
barrancos.
Con su plegaria al hombro hacia el hijo subían
y el viento las hacía tambalear con su carga
y desataba sus pañuelos y arrebataba sus cabellos
y azotaba sus faldas y las hería con su espada,
pero ellas marchaban virilmente hacia lo alto, piedra tras
piedra,
y escalaban la cumbre, hasta perderse entre las nubes
con la frente alta una detrás de otra.
Nikiforos Vretakos
Grecia
1 de enero de 1912, Krokees
4 de agosto de 1991, Krokees
No hay comentarios:
Publicar un comentario