He dormido
tantas noches
en el valle
ensimismado;
he mordido el
duro fruto
de sus ímpetus
extraños;
he llevado hasta
mi sueño
tanto amor y
pulso y canto:
que estoy hecha
sobre arena
contra el
viento, como el cactus.
He aspirado del
silencio
la profunda
resonancia;
he rozado las
mejillas
de la duna con
mi cara
y he sabido cómo
lloran
por los ríos las
nevadas.
He sentido en la
garganta
el crujido de la
roca,
he apretado
entre mis manos
la potencia
destructora
de una raza que
crecía
con la tierra,
hacia la historia.
Si al huir el mar arcaico
Si al huir el mar arcaico
nos dejó su flor
salada
en los labios
calcinados,
en la carne y en
el alma:
–¿qué misterio
primigenio
me dispersa las
palabras?
Irma Cuña
Argentina
Neuquén, 2 de
septiembre de 1932
Neuquén, 16 de
mayo de 2004
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