De la infancia no llegan postales
apenas algas
y un cierto olor a nube
que el viento disimula.
alguien discurre sobre el diluvio.
el telégrafo se calla.
distinto se hizo el ejercicio de la
aurora,
ornada por un sol de pobres.
de algún país
llegan las convocatorias
pero ya no basta estar entre los
navegantes
para sobrevivir
(lo que fue el amor
no nos escolta).
nos quedamos solos,
con el día desvaneciéndose,
en el humo.
día espeso, espeso,
en el que aún no es posible penetrar.
Iacir Anderson Freitas
Brasil
Minas
Gerais, 1963
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