Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
3 comentarios:
Muy profundo el poema, es de los que llegan al alma. No lo conocía, pero es maravilloso. Sabia elección, Trini.
Besos
He venido ...
Me gustó mucho ... ...
Sí, voy a regresar ...
Un beso de Nita.
¡Buenos días!
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