Como un aire suave que el verano
nos deja entre
la carne y acaricia,
trayéndonos,
ausente, la primicia
de un otoño
amarillo y más cercano.
Como un agua
que llega hasta la mano,
sedienta de
esperanza, y la delicia
de su frescura
por la sangre inicia,
y calma el
corazón. Así, lejano,
en brisas de
nostalgias florecido,
el ala de un
recuerdo, silencioso,
ha rozado mi
alma, y, suavemente,
desde el umbral
oscuro del olvido,
un sueño, de su
noche, milagroso,
llega claro a
mi sed con voz ausente.
1 comentario:
Precioso soneto que me ha acariciado el alma en su perfecto y suave decir. Y es que, el ala de un recuerdo siempre regresa para bendecirnos y hacernos revivir.
Absorvo su esencia y me voy con el alma hecha alas.
Publicar un comentario