18 mayo 2016

Antonio Gamoneda, Caigo sobre sus manos...

Cuando no sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.

Yo sentía que la noche era dulce
como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.
                               
Madre: era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba. 

No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
                                           
A veces,
  cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacío
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.
Y me arrodillo
a respirar sobre tus manos.

Bajo y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.

Descanso
de ser hombre, descanso de ser hombre.

Antonio Gamoneda
España
Oviedo, 30 de mayo de 1931
Photobucket

1 comentario:

marisa dijo...

Un gran escritor.
Un gran Poema.


Besos Trini