Yo, pecador, artista del pecado,
comido por el ansia hasta los tuétanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de sueños: me confieso
que soy un hombre en situación de hablaros
de la vida. Pequé. No me arrepiento.
Nací para narrar con estos labios
que barrera la muerte un día de éstos,
esplendidas caídas en picado
del bello avión aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparó los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de níquel: escribid despacio.
Helas aquí, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al revés. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Caí. No me arrepiento.
Ímpetus nuevos nacerán, más altos.
Llegaré por mis pies, —¿para qué os quiero?—
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras esas y de sueños esos.
Blas de Otero
4 comentarios:
Miy precioso poema, no te conocía este espacio, me quedo de seguidora, ya me dirás como va todo.
Un abrazo.
Ambar
Poema digno de tan insigne poeta, Trini.
Hermoso poema, va dejando el alma en cada letra, placer leerlo.
Besos de luz.
Un grandísimo poeta.
Besos
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