Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran más que señales
que dejó el tiempo vivido hasta hoy,
con sus conflictos
cotidianos,
los momentos de tristeza y de alegría,
la efímera felicidad y el afán
por atraparla,
las preocupaciones y ocupaciones,
lo aprendido.
Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran sino marcas,
como las que deja el mar sobre las rocas,
o el sol sobre una montaña nevada.
Como las huellas de un pie sobre la arena.
Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran más que rótulos,
la firma que sobre la piel
quiso dejar la vida.
Dolo Vidosa
España
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2 comentarios:
Que bien describes las arrugas.
La marca del paso del tiempo y nadie lo puede controlar, nos escribe en la piel con tinta indeleble.
Un abrazo.
Ambar
Precioso versar en tus letras que atrapan por su veracidad, placer leerte.
Besos de luz.
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