Que
cada palabra lleve lo que dice.
Que
sea como el temblor que la sostiene.
Que
se mantenga como un latido.
No
he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir
brillos a lo que es.
Esto
me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos
reales.
Quiero
exactitudes aterradoras.
Tiemblo
cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras.
Me poseen tanto como yo a ellas.
Si
no veo bien, dime tú, tú, que me conoces, mi mentira, señálame
la
impostura, restrégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco
por corresponderme.
Sé
mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
Venezuela
Barquisimeto, 8 de abril de 1930
Barquisimeto, 8 de abril de 1930
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