Perdámonos más
allá, más allá todavía,
en las lomas de
las piedras de bronce,
en las montañas
negras de septiembre,
en cuyas
hondonadas
pronto alzarán los
chopos sus hogueras.
Perdámonos o deja
que me pierda
en ti, o acaso
tras las tapias,
también de bronce,
de este mínimo
huerto.
Detrás veo un
nogal
y a su sombra
hallaríamos
tu paz y la mía.
Llévame, o tráeme,
o piérdeme
por esta amarga y
dulce tierra nuestra,
pero este
anochecer del verano moribundo
no me saques del
laberinto sin salida
de tus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario