04 julio 2017

Nuno Júdice, Eva

Cuando Eva iba desnuda por el paraíso,
disfrazaba el tedio a la sombra de los árboles, cogiendo
las flores, oliendo su aroma,
y pensando en cómo sería bonito tener un cielo
que mirar.       

Un día, una de esas flores se transformó en
fruto; y Eva se lo llevó a la boca, lo mordió, probó
su pulpa. Por un extraño efecto
de causa y consecuencia, el sabor de la manzana
obligó a Eva a cubrir su desnudez
con hojas y flores, que volvieron
a ser una metáfora del cuerpo
que escondemos.

Sucesivamente, el pecado se volvió una simple
figura retórica, y el sexo un ejercicio
de interpretación.

Nuno Júdice
Portugal
Mexilhoeira Grande, Portimão , 29 de abril de 1949

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