31 agosto 2017

Eva, Jesús Munárriz

Se despoja la rubia doncella adolescente
con temor de sus ropas, con vergüenza.
Pero obedece y posa.

Los ojos del anciano, fatigados,
rejuvenecen ante su belleza.

Le indica la postura,
le entrega una manzana
y ve a su alrededor el paraíso.

Y sitúa
su fresca flor de carne
en un jardín florido
en que destaque.

En él sigue, perfecta, incorruptible,
para que la admiremos
tal como él la admirara.

¿Pero por qué pintó
la serpiente
tras ella?
Jesús Munárriz
España
San Sebastián, 1940

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