Como
amo los lugares olvidados.
La
calleja que ya nadie transita,
el
íntimo cobijo de las cuevas,
el
fondo rumoroso del barranco
donde
el agua se estanca y los insectos
tejen
islas brumosas en el aire.
Tenderme
en el pretil de antiguos puentes,
revestidos
de zarzas y hojarasca
y
escuchar cómo zumban las abejas
en
la calma fragante del romero.
Acercarme
al misterio de las casas
donde
no habitan más que los rosales,
deshojándose
lentos en la tierra.
Internarme
ligera en la espesura
de
secretos parajes, donde el paso
ávido
de los hombres no perturba
la
paz de los guijarros, ni el festivo
desfile
del espliego por las sendas.
Y
atravesando el filo de la tarde,
emprender
el camino de regreso
sintiendo
que, de pronto, me acompaña
la
vacua plenitud de lo olvidado.
Susana
Benet
España
Valencia,
9 de noviembre de 1950
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