Cuando
regrese otra vez a mi nombre,
soltaré
las amarras.
Allí
estará la niña taciturna
de
un pueblo de juguete.
No
hallaré calendarios
en
las vides salpicadas de besos,
y
caerá la soledad
por
un abismo de hambre.
En
barrancas de pan
tocaré
las alianzas puras
de
otros días.
Vestiré
soberana
con
algún tejido nuevo,
y
en el líquido creativo de mi heredad
flotaré
sin partirme.
Habrá
de sucumbir
la
intemperie feroz
que
hoy me divide.
Está
la puerta abierta.
Veo
una lámpara única sobre el piano.
Teresa
Palazzo
Argentina
Buenos
Aires, 1966
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