Carlos tiene garzas, ellas levantan una pata y duermen.
No se sabe si es la izquierda o la derecha pero
una pata levantan las garzas de Carlos. Carlos
aprende a mentir, señala caminos y asegura que van
las hormigas. Hace mucho que el resplandor del
día le limitó todo pequeñito. Se le volvió mínimo
el rostro del río, de los árboles, de su propia voz.
Carlos sabe moverse en los tres pasos de ida y tres
de vuelta para encontrar las almas dormidas. En
su pequeña tierra, tres pasos son suficientes para
encontrar el bastón y volver al pozo donde rodó
su ojo izquierdo, el que le quitó la misericordia
de Dios.
Mery Yolanda Sánchez
Colombia
Tolima, 1956
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