01 octubre 2017

Hans Borli, La mano de Dios

Mi pequeña vida recóndita:
una llama de cerilla
que flamea asustada
en el hueco de la mano de dios
durante las ventosas noches del mundo.

Sí, en el asustado resplandor de mí mismo
he visto la palma de
la mano de Dios.
Era dura y tosca,
gastada
como la mano de un colono
que una tarde en su campo
aplasta un grano de cebada para ver
si el meollo es bueno.
Hans Borli
Noruega
Eidskog, 8 de diciembre de 1918
Skotterud, 26 de agosto de 1989

1 comentario:

tecla dijo...


Yo también tengo las manos asustadas, Y a veces parece que la mano de Dios haya desaparecido.