Mi
pequeña vida recóndita:
una
llama de cerilla
que
flamea asustada
en
el hueco de la mano de dios
durante
las ventosas noches del mundo.
Sí,
en el asustado resplandor de mí mismo
he
visto la palma de
la
mano de Dios.
Era
dura y tosca,
gastada
como
la mano de un colono
que
una tarde en su campo
aplasta
un grano de cebada para ver
Noruega
Eidskog,
8 de diciembre de 1918
Skotterud,
26 de agosto de 1989
1 comentario:
Yo también tengo las manos asustadas, Y a veces parece que la mano de Dios haya desaparecido.
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