donde
yo
te
miraba acurrucarte,
la
historia de la familia, me decías.
Ahora
veo de lejos tu mano temblorosa
apretando
la pluma contra el cuaderno
y
el pulso salido de la vaina
por
ser firme.
Yo
imitaba tu letra en mi deseo
infantil
de cambiar lo que en vos era vacilante
o
dicho a medias.
Mirando
Meteoro imaginaba
la
secuencia de trazos, la textura
irrompible
de su casco
y
las facciones del enmascarado
que
para mí eras vos. Una noche
te
soñé como un robot exacto, yo sacaba
piezas
intercambiables de tu cuerpo
que
no podía morir.
Despierta
o sola estoy
afuera
de mi sueño ¿Quién dijo
que
del vientre de un padre
no
se sale? ¿quién jura
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