Te
llamábamos
a
veces por tu nombre
para
decirte lo que nos dolía,
para
pedirte cosas,
para quejamos
del
frío
—como
si fueses responsable del invierno—
para
preguntarte, suspicaces,
en
dónde habías guardado esto o lo otro.
Pero
¿qué
te dimos realmente?
¿Qué
hubiéramos podido haberte dado a ti, que no pedías,
que
parecías no necesitar nada
más
que estuviéramos allí, llamándote
a
veces por tu nombre,
para
pedirte siempre:
—danos, danos?
Acaso
amor,
esa
palabra impronunciable, impura.
Porque
lo extraño es que tal vez te amábamos.
Pienso
que te amábamos.
¡Ah,
sí, cómo te amábamos!
Presenciamos
inmóviles tu vida
y
ahora, frente a tu muerte,
se
nos vienen de pronto todas esas palabras
que
no escucharás nunca.
España
Oviedo
6 de septiembre de 1925/
Madrid 12 de enero de 2008
2 comentarios:
Genial Angel González
He llorado pensando en los recuerdos que en otro tiempo me contaron.
Ojala que no nos vuelva a tocar.
Porque mal vamos.
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