Usted
y yo tenemos una cita.
Sé
que jamás se retrasó en la hora.
Tal
vez pueda darme algo de tiempo
para
mirar mi vida.
¿Podré
volver la vista hasta mi patio?
Allí
la madreselva era alegría,
su
aroma resbalaba por los sueños
de
mi sangre crecida.
Será
muy puntual. Siempre lo ha sido.
Usted
perdonará si me entretengo
y
acaricio mis libros con ternura:
comprenda
usted ¡son tantas horas juntos!
que
así, partir, tan fríamente,
no
me parece bien. Se quedan solos…
Quiero
que sepa que sé que ha de venir
para
llevarme con usted,
y
créame si digo que estoy lista.
He
tratado de aprovechar mi tiempo:
Amar.
Vivir. Vivir y amar.
No
puede imaginarse el equipaje
que
llevo en la memoria…
Usted
¡qué culpa tiene!
Sólo
es usted el ángel de la muerte,
y
usted y yo tenemos una cita.
España
Madrid,
19 de mayo de 1937
Madrid,
12 de marzo de 2015
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