Cómo golpea tu
ausencia
cuando evoco tus
pasos por la casa,
tus huellas en mi
alcoba,
mi cotidiano empeño
de tenerte.
Puedo palpar la
luz de cada amanecer
con su luna
desierta y congelada,
tu voz de agua
fluyendo por mi
sangre
de magnolia
encendida,
tu sombra fugitiva
que tejes y
destejes,
por la escalera
anónima
que hasta ti me
conduce.
Puedo esperarte
desvelada
en la noche
profunda,
sembrar el
horizonte
de voces que te
nombran
desde mis sueños
desolados.
Penetrar en un
círculo etéreo
de niebla y
lejanía
de polvo inerte y
blanco
donde mi soledad
de nieve
habita el más
remoto sitio
de tu alma.
Allí donde tu
imagen
en constante
reflejo del silencio,
memoria impresa en
el espejo.
Colombia
Bogotá en 1951
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