un
momento distinto
en
el que los árboles nos recuerden el hogar
y
en paz estemos con los hombres.
Nos
atrevemos a este himno,
sabiendo
que en el alado mañana
hay
una sonrisa que nos espera
y
una confesión que brilla entre los nombres
y
también en los verbos.
Aguardamos
concluir el canto que jamás termina
para
no tener que cruzar el Leteo
y
saber que, en albo tiempo,
luego
de las tardes,
habrá
sosegada dicha y abrazos y amor comentado.
Colombia
Medellín, 1968
Medellín, 1968
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