El
tacto de la harina en las manos nocturnas,
nuestra
humilde nieve natal
que
Dios nos manda.
En
la boca del horno
el
fuego con su canto de gallo.
La
noche cae más densa al fondo de la cuadra,
los
panaderos con sus gorros níveos
van
y vienen detrás de los tablones,
trabajan
para el mundo que duerme.
Es
el silencio blanco en la hora negra,
el
termo de café,
los
cuentos de lejanos burdeles;
puedo
mirarlos adentro de las sombras,
sobre
su piel se va adensando la blancura
y
la piedad de los nevados árboles.
Antes
que las palabras fue la cuadra de mi vida,
hombres
de gestos nítidos,
copos
de levadura,
fraternidad
de nuestra antigua sangre.
Los
sigo viendo insomnes en la noche,
ya
completan la carga de sus cestos,
rojea
el horno apurándolos.
A
un punto de la sombra todos se desvanecen,
casa
por casa el pan se repartió,
la
cuadra ahora esta llena de libros,
son
los mismos tablones alineados, mirándome,
gira
el silencio blanco en la hora negra,
va
a amanecer, escribo para el mundo que duerme,
la
harina me recubre de sollozos las páginas.
Eugenio
Montejo
Venezuela
Caracas
19 de octubre de 1938/
Valencia,Venezuela, 5
de junio de 2008
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