Habré
de levantar la vasta vida
que
aún ahora es tu espejo:
cada
mañana habré de reconstruirla.
Desde
que te alejaste,
cuántos
lugares se han tornado vanos
y
sin sentido, iguales
a
luces en el día.
Tardes
que fueron nicho de tu imagen,
músicas
en que siempre me aguardabas,
palabras
de aquel tiempo,
yo
tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En
qué hondonada esconderé mi alma
para
que no vea tu ausencia
que
como un sol terrible, sin ocaso,
brilla
definitiva y despiadada?
Tu
ausencia me rodea
como
la cuerda a la garganta,
el
mar al que se hunde.
Argentina
Buenos
Aires 24 de agosto de 1899/
Ginebra 14 de junio de 1986
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