Algo
llega al mundo
sin ser bienvenido
y llama al
desorden, al desorden.
Si tanto me
odias
no te molestes
en buscar
un nombre para
mí: ¿necesitas
acaso un desdoro
más
en tu lenguaje,
otra
manera de culpar
a la tribu por
todo?
Ambos lo
sabemos,
si adoras a un
dios, necesitas
sólo un enemigo.
Yo no soy el
enemigo.
Sólo soy una
treta para ignorar
lo que ves que
sucede
aquí mismo en
esta cama,
un pequeño
paradigma
del fracaso. Una
de tus preciosas flores
muere aquí casi
a diario
y no podrás
descansar
hasta
enfrentarte a la causa, es decir,
a todo lo que
queda,
a todo aquello
que es más fuerte
que tu pasión
personal.
No estaba
escrito
permanecer para
siempre en este mundo.
Pero por qué
admitirlo, si puedes seguir
haciendo lo de
siempre,
lamentándote y
culpando,
las dos cosas a
la vez.
No necesito que
me alabes
para sobrevivir.
Llegué aquí primero,
antes que tú,
antes
de que sembraras
un jardín.
y estaré aquí
cuando el sol y la luna
se hayan ido, y
el mar, y el campo extenso.
Louise Glück
Estados Unidos
Nueva York,
Nueva York, 22 de abril de 1943
No hay comentarios:
Publicar un comentario