Aquel hermoso
mediodía de 1934
el aire era una
espléndida rosa salmón
y el bosque comenzaba
con un árbol de hojas para fumar
porque yo te
esperaba
y si paseabas
conmigo
por donde fuera
tu boca era un
tizón
de donde salía
sin cesar una rueda azul
difusa y rota que
ascendía hasta hacerla palidecer
Todas las
ilusiones vinieron a mi encuentro
Una ardita puso
su blanco vientre sobre mi corazón
No supe cómo se
sostenía
pero la tierra se
llenó de reflejos más hondos que el agua
como si los
metales se hubiesen sacudido de si mismos
mientras tú,
tendida, sobre un horrendo mar de bisutería
girabas, desnuda,
en el enorme sol de fuego de artificio
Yo te vi
descender lenta por los radiolarios
por las pieles de
los erizos
Yo estuve allí,
perdón, pero no estuve,
había levantado
la cabeza porque
el estuche me
había abandonado
y estuve triste y
el cielo brillaba torpe
y amargo como una
libélula
Iba a cerrar mis
ojos cuando los tabiques
del bosque
rodaron en silencio
como si fuesen
las hojas de un inmenso lirio o de una flor
capaz de contener
la noche entera
Yo estuve donde
ahora me ves,
en el perfume que
volvió inconstante mi vida
como tus muslos
de cristal.
André Breton
Francia
Tinchebray, 19 de
febrero de 1896
París, 28 de septiembre de 1966
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