Cuando en las
infinitas llanuras oscurece,
Con taciturnos
bloques y pesados martillos
Las sombras
edifican sus muros y sus torres,
Escoriales de
plata y ébano revestidos.
El cielo
prodigioso domina con sus astros
-Bóveda oscura
donde brillan ojos de llama-
Y se yerguen
soberbios hacia ese techo ardiente
Las hayas y los
pinos, como enormes pilastras.
Como blancos
sudarios ante encendida antorcha,
Se ven brillar
los lagos bajo luces confusas,
Y las granjas
cercadas por setos cuadrilongos
Aparecen
entonces igual que inmensas tumbas.
Y así con sus
rincones y sus fúnebres salas,
Construida de
espanto y de sombras espesas,
La noche es como
alcázar de emperador sombrío
Que se asoma, en
silencio, a un balcón de tinieblas.
Belgica
Sint-Amands, 21
de mayo de 1855
Ruan, 27 de noviembre
de 1916
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