«déjalo para mañana», dice una voz,
«escribir, no siempre se puede escribir».
Y aunque temes entrar en familiaridades con tu demonio,
levantas la oreja.
«No vale la pena que gastes tu vida escribiendo versos que
nadie va a leer. Si hay un oficio inútil, es éste.
En lugar de estar estrujándote los sesos,
vete a un sauna, el placer llama».
Y la voz engañosa
se torna derroche musical.
«¿Por qué no darte el día de asueto?
Caprichosas son las musas, difícil su trato,
de ser tú evitaría caer en el juego malicioso.
Mira a los demás, qué modo fácil de llevar la vida.
Es hora, pues, de tirar la pluma».
Entonces en mi interior, suenan las alarmas,
la piel se eriza,
y de allá en lo hondo,
donde los lobos cuidan el legado,
salta el ángel luminoso y comienza la contienda.
Demonios, ángeles y lobos,
en gracia de tanta pugna
escribo al fin estos versos.
Elkin Restrepo
Colombia
Medellin, 7 de junio de 1942
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