10 mayo 2019

Beatriz Hierro Lopes: Ojos

Hablar tan bajo que nadie oiga, escribir tan minúsculo que nadie lea, tanto vaciar ojos y oídos hasta que me hallen desaparecida en el suelo que piso. Mi ausente yo comprando casas de porcelana para mi madre. Coleccionamos casas, pájaros enmarcados y budas mendicantes, que nos miran más allá de la panzuda ternura de un candelabro de latón dorado al que madre pasa lustre cada lunes. Ni tenemos casas ni alas. El Niño Jesús cojea y duerme en la almohadita de terciopelo rosado que le dejaron para hacer conjunto, en vez del cesto de pajas. No descansa, nos mira con ojos de vidrio pintado bien abiertos; nunca pude tener canicas, pues los adultos tenían miedo de que las engullera; pero yo no me tragaría los ojos de un Niño lastimado. Golpea en la noche mi alma y es posible que se la haya cambiado por ojos vidriosos a un Cristo de dos piernas. Gemir tan bajo que todos lo oigan, hablar tan silenciosamente que nadie pueda dormir, respirar tan lentamente que hasta los santos se despierten y los ángeles huyan de los cielos. ¿Qué otra forma tengo de recrear tu soledad en la mía?
 Beatriz Hierro Lopes
Portugal
Oporto, 1985
Traductor: Ángel Manuel Gómez Espada

1 comentario:

Marisa dijo...

Bello! Vivir en la piel de los demás.

Un abrazo para las dos.