Vosotros, a
quienes no pude salvar
Escuchadme.
Intentad entender
estas simples palabras, ya que de otras me avergonzaría.
Os juro que en
ellas no hay hechicería.
Os hablo en
silencio como una nube, como un árbol.
Aquello que me
fortaleció a mí, para vosotros fue mortal.
Confundisteis el
adiós a una época, con el advenimiento de una nueva
–Odio confabulado
de belleza lírica.
Fuerza ciega de
forma completa.
He aquí un valle
polaco de ríos anémicos. Y un inmenso puente
perdiéndose en la
niebla. He aquí una ciudad vencida,
Y el viento arroja
alaridos de gaviotas sobre vuestra tumba
Mientras os hablo.
¿Qué clase de
poesía es aquella que no salva
Naciones o
pueblos?
Una conspiración
de mentiras oficiales.
Una tonadilla de
borrachos cuyas gargantas serán cortadas de inmediato,
Una conferencia
para señoritas.
He deseado la
buena poesía sin saberlo,
He descubierto, ya
tarde, su saludable objetivo.
En ella y sólo en
ella, encuentro salvación.
Se solía esparcir
millo o alpiste sobre las tumbas
Para alimentar a
los muertos que volvían disfrazados de pájaros.
Aquí os dejo este
libro, vosotros quienes alguna vez vivisteis
Para que nunca más
volváis.
Czeslaw Milosz
Lituania
Šeteniai,
Lituania, 30 de junio de 1911
Cracovia, Polonia14 de agosto de 2004
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