Hay
pájaros que mueren sin que nadie se entere
La
pendiente de las tejas los arrastra
A
un lecho de metal oscuro y frío
Y
allí se van quedando quietos
Bajo
una lluvia que les recuerda el cielo.
¿Quién
se acuerda de ellos?
Quizás
los árboles en la noche, los pregunten
O
tal vez el aire los eche de menos
Porque
nosotros
Nosotros
no extrañamos nada que no haya sido nuestro.
Colombia
Bogotá,
1959
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