Dulces
hermanos, carne
de
un mismo amor, rendidos
al
borde de la noche
os
contemplo: soberbios
como
dioses, y frágiles
como
cisnes. Qué extraño
maleficio
nos une,
qué
enredados caminos
llevaron
a este ocaso.
Me
llamaréis hermana,
y
yo os llamaré amados,
piel
deleitosa, fruta
de
mi propio jardín.
Míos
sois por la gracia del deseo.
Soy
vuestra por la gracia de la sangre.
Y
un día lloraré
al
decir vuestros nombres.
Josefa
Parra
España
Jerez
de la Frontera, Cádiz, 7 de febrero de 1965
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