El cartero,
arrastrando mis expectativas en sus pasos,
me llevó un
sobre con tu silencio.
Por fuera, mi
nombre escrito en olvido, y mi dirección una calle desconocida.
El cartero lo
encontró retirado dentro de mí, por mirar las ventanas que se sostienen
conmigo,
leyendo mis
manos que ya inventaron una respuesta.
Yo lo abriré con
mi perseverancia, y con mi melancolía suscitaré tus palabras no escritas.
Y mañana te
responderé, enviándote mi fotografía.
Tréboles rotos
en mi solapa,
la medalla de mi
remordimiento
explotó en mi
pecho.
Y de mis orejas
colgará – imagina esto – tu silencio.
Kikí Dimulá
Grecia
Atenas, 6 de
junio de 1931
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