Durante un
concierto se durmieron todos.
Hasta los
músicos.
Cuando se
despertaron cada uno
miró el reloj y
vio
que habían
pasado tres horas
pero ninguno osó
confesar el suceso
y todavía menos
los sueños que había tenido.
Sólo el niño que
había soñado
que era una nuez
se lo dijo a su
mamá y ella
le respondió que
nunca nadie había soñado nada más hermoso.
A la mañana
siguiente la mujer que limpiaba la sala
encontró una
nuez debajo de una butaca
y se la puso en
el bolsillo.
Allí la encontró
su niño, la cogió,
se la comió y la
encontró buenísima.
Aquella nuez fue
la única prenda
que el tiempo
dejó por tres horas
robadas a
aquellos nobles espíritus
reunidos en la
concha sonora
de un caluroso
Auditorium,
fue el único
objeto
sustraído al
mundo de los sueños
de un niño por
otro niño.
Anna Ventura
Italia
Roma, 16 de diciembre, 1936
Italia
Roma, 16 de diciembre, 1936
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