Esa
niña que supe ser empezó a gritarle a tu indiferencia. Y no, no escuchaste,
claro.
Qué
me falta? Convertirme en sapo, trepar hasta el cielo y bajarte una nube,
caminar con tres pies, rascarme el codo con la nariz, mirarte con la nuca, ya
no sé, y mira que intenté.
Estas
ahí sentado leyendo el diario, tomando el café y siendo tan cobarde como
siempre, me queda mirarte, y en ese lapso entre el café y la nota del Domingo
te diría tantas cosas, te gritaría con los ojos, te patearía con los tres pies,
te tiraría la nube que tanto me costó bajarte del cielo mientras te miro con la
nuca y me rasco el codo con la nariz.
Porque
puedo.
Puedo
ser enorme, un super héroe, maravillosa, indomable, enorme, imponente, puedo
trepar al cielo, incendiarme, superarme, alzar la voz. Puedo todo si no es con
vos.
Hasta
que te me pones al frente y me convierto en esa niña que supe ser, y le lloro a
tu indiferencia, y me vuelvo invisible, frágil, diminuta.
Y
hasta puedo odiar sabes?
Y
le grito a la nube que te baje del cielo, llorando le grito, sin que escuches
ni vos, ni tu café, ni el diario del Domingo…
Milagros
Vaca Narvaja
Argentina
Córdoba,
1994
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